Alcatraz atlántico, Morus bassanus



Suena el móvil a las 5 de la mañana. Es mi amigo el fotógrafo Pedro García Cabanzón que sabe que me encuentro en Liencres aprovechando la Luna que anda estos días en todo su esplendor. Contesto a sus preguntas con monosílabos, sin tener muy claro aun si se trata de un sueño, nada raro si tenemos en cuenta que me he acostado a las 4 de la madrugada. Me cuenta que el día anterior ha visto un par de aves marinas muertas en la playa de La Arnía y que cree que puede resultarme interesante el fotografiarlas al amanecer. Joder, pienso yo, “pero si faltan más de dos horas para que el sol asome el morro”, tengo que regalarle a este hombre un calendario zaragozano o lo que aun resultaría mejor, su versión moderna The Photographer`s Ephemeris.

Salto de la furgo presto a dejarme contagiar por su entusiasmo y una vez reunidos nos disponemos a bajar a la playa, todavía de noche, en busca de las aves que Pedro tiene localizadas.

En unos de esos entrantes tan característicos de La Arnía las encontramos. Son dos alcatraces que han muerto ahogados, enganchados en una red. La escena me hace sentir una profunda tristeza, he visto muchas aves marinas muertas en la costa, pero nunca dos alcatraces juntos enganchados prácticamente pico con pico.

Aprendí a amar a estas aves que desarrollan prácticamente toda su vida en el mar observándolas año tras año desde los acantilados de La Cruz en la Punta de El Rebanal. Siempre me pareció extraordinario que en sus vuelos migratorios de miles de kilómetros de distancia pasaran justo por delante de nosotros y la sensación de pasar horas y horas a la espera de algún avistamiento se encuentra entre las sensaciones más placenteras que nunca he tenido en el mundo de la Naturaleza.

Los alcatraces son esas aves que se abalanzan desde lo alto, en picado, contra el mar con la intención de zambullirse en busca de los peces que capturan con sus picos. Es precisamente en ese momento cuando suelen engancharse en las redes de los pescadores para morir posteriormente bien ahogadas en el mar o debido a que sus picos quedan enredados y la dificultad que esto les supone para abrirlos.

Por todas las satisfacciones que la observación de estas aves me ha dado a lo largo de mi vida quiero dedicarles estas líneas que espero sirvan para extender el respeto y cariño que cada día más gente sentimos hacia la Naturaleza.


F.Sanchoyarto

La Costa Quebrada a la luz de la Luna



La cala del Madero, en Piélagos, iluminada por la luz de la Luna el día 26 de abril de 2010 a las 2 h y 16 min. Tiempo de exposición 721 seg. f/8,0 ISO 200.