De vez en cuando aparecen en mi correo electrónico mensajes de personas a las que no conozco interesándose por diferentes aspectos de mi trabajo o de la fotografía en general. Hace unos días abrí uno remitido por Ion Ugaldebere. En su mensaje, Ion me preguntaba porque no aparecía en mi web una fotografía de San Juan de Gaztelugatxe, que él había visto colgada en una exposición que realice hace un par de años en el palacio Udetxea de Gernika, sede del Patronato de Urdaibai. Me pareció un elogio que después de tanto tiempo alguien se acordara de una de mis imágenes y teniendo en cuenta la sugerencia de Ion he decidido compartirla con todos vosotros. Pensar de nuevo en ella me ha llevado a recordar las circunstancias en las que nació esta foto.
Tenía en mente realizar una toma nocturna con luna llena de esa zona y las condiciones se dieron el 5 de diciembre de 2006. Fue una noche con muchísimo viento sur y muy calurosa, algo extraño para esas fechas. Llegué a San Juan muy temprano, sobre las 4 de la madrugada, coincidiendo con la pleamar. Mientras bajaba por la carretera pude comprobar el violento contraste entre la oscura noche y el fuerte brillo de la luna. Una vez en el aparcamiento, el intenso viento y el mal estado de la mar no aconsejaban ponerse a hacer fotos. Me recuerdo sentado en el coche con más miedo que ganas de ponerme a trabajar en aquella soledad y aquellas condiciones. Cuando reuní el ánimo suficiente para entrar en faena, una ola traída por el viento salto encima del aparcamiento y estuvo a punto de pillarme. No lo dude ni un instante, me metí de nuevo en el coche y puse pies en polvorosa. Aún recuerdo que sólo pensaba en salir de allí pitando y el miedo que pasé hasta dejar el aparcamiento atrás.
Conduje hasta Bermeo, aparqué en el puerto y me eché a dormir un rato con la esperanza de que el viento amainara cuando la marea bajara un poco. Así fue, volví más tarde y aunque el viento aún era fuerte pude tomar esta fotografía, en la que una exposición de 90 segundos y un diafragma de f/8.0 a ISO 400 me permitieron capturar la extraña combinación de luz que me aportaba la luna y el movimiento del embravecido mar.
Hacia las 8 de la mañana comenzó a amanecer, quería seguir trabajando pero el cansancio acumulado y la experiencia con estas condiciones meteorológicas me recomendaron recoger los trastos. Siguiendo el ejemplo de la luna, que se preparaba para abrazar el mar, emprendí el camino de regreso.
Hacia las 8 de la mañana comenzó a amanecer, quería seguir trabajando pero el cansancio acumulado y la experiencia con estas condiciones meteorológicas me recomendaron recoger los trastos. Siguiendo el ejemplo de la luna, que se preparaba para abrazar el mar, emprendí el camino de regreso.
Antes de salir me detuve unos instantes frente a este maravilloso Cantábrico simplemente a contemplar el paisaje, desprovisto ya de cualquier intención fotográfica en uno de esos momentos que me gusta reservar para mis ojos y que hacen de este trabajo lo maravilloso que es para mí.
Como podéis ver, detrás de cada una de las fotografías hay una historia y unos sentimientos que para el que la ha realizado, y seguramente incluso para el que la contempla como es el caso de Ion, hacen que puedan llegar a ser tan especiales.
F. Sanchoyarto
1 comentario:
Un verdadero placer para el alma tu trabajo, castreño.
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