Una noche despejada y con abundante luna es buen momento para sentir que tienes ganas de volver a hacer eso que tanto te gusta y de lo que llevas un tiempo apartado. El escenario, un viejo amigo de tantas y tantas fotos en el que nunca te sientes aburrido porque siempre se muestra distinto. La compañía, en esta ocasión, de Miguel Ángel Peláez con quien compartir encuadres, tiempos de exposición y reflexiones sobre lo que nuestros sentidos están percibiendo en este momento que parece reservado para nosotros solos.
Así pasamos la noche, entre resbalones, algún chapuzón que otro y una batalla de punteros láser con los que enfocar digna de la Guerra de las Galaxias. Y es que hay que amenizar la dulce espera hasta ver aparecer el resultado final de nuestras imágenes en la pantalla de la cámara tras el pertinente tiempo que le lleva a esta aplicar la reducción de ruido para largas exposiciones.
La verdad es que, pensándolo bien, con momentos así no cuesta tanto volver al trabajo.
La verdad es que, pensándolo bien, con momentos así no cuesta tanto volver al trabajo.
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