Otoño en Cantabria



Lluvia y más lluvia durante días, justo lo que necesitaba para esta fotografía.
No deja de resultar curioso que estuviera deseando precisamente eso, algo que en definitiva resulta una de las cosas más molestas para un fotógrafo, pero es que este rincón se viste en todo su esplendor tras unos días de intensas precipitaciones. Si además le añadimos la presencia del otoño el resultado tiene muchas probabilidades de resultar espectacular.
Llevaba varios días visitando la zona, en un ritual que repito cada año por estas fechas, comprobando como el discurrir de la estación dejaba su huella en el bosque. Sin embargo, la falta de agua en la cascada me había impedido conseguir la imagen que estaba persiguiendo. Las hojas ya habían caído de los árboles aconsejando buscar otras localizaciones a menor altitud pero tras unos días en que no cesó de llover tuve la corazonada de volver de nuevo al lugar.
El día era gris, ese gris plomizo y persistente tan característico del norte. Recuerdo que durante todo el viaje no dejo de llover y mientras conducía no dejaba de preguntarme a mi mismo donde demonios iba. Al llegar al bosque me llevé la grata sorpresa de comprobar como una intensa niebla envolvía los árboles, dándome el fondo ideal para la imagen ahora que no quedaba ni una hoja en las ramas. Pertrechado con toda la ropa de lluvia que disponía y armado con el paraguas más grande que encontré en el maletero me dispuse a afrontar la situación con un aspecto que a buen seguro debía de resultar cómico.
Tirado en el suelo, la cámara en el trípode y mientras tanto aguantando con una mano el paraguas y el cable del disparador y con la otra un filtro degradado, todo esto claro está, cuidando de que nada se mojara porque tan solo una pequeña gota de agua en el filtro o en el objetivo hubiera arruinado la imagen.
Con estas condiciones tan solo pude realizar un par de tomas diferentes de las cuales he elegido ésta como la más representativa. Espero que os guste y os sirva para disfrutar de la sensación de vivir el otoño en Cantabria.

Canon EOS 1Ds MK III, distancia focal 17 mm. ISO 100, f/18, 2,0 segs.

F.Sanchoyarto

Castro Urdiales. Una Mirada Azul

Castro Urdiales. Una Mirada Azul es un viejo proyecto que ve por fin la luz después de más de 6 años de trabajo.
Cuando decidí abordar la idea de elaborar un libro fotográfico sobre mi ciudad natal desconocía el largo camino que me quedaba por recorrer. Pero aquí estoy ahora, con el libro entre mis manos, mirando hacia atrás con la satisfacción que da el terminar las cosas y haberlas hecho, al menos, lo mejor que he podido.
Cuando hojeo sus páginas y veo por enésima vez todas estas imágenes que tan bien conozco siento cierta envidia por aquellos que se van a enfrentar al libro por primera vez, sin conocer lo que hay dentro, y es que tengo que reconocer que estas fotografías siguen emocionándome tanto o más como el día en el que las tomé. Luego, cuando acabo y lo cierro es cuando vienen a mi memoria todos esos momentos vividos durante la realización del libro, todas las personas que me han ayudado haciendo que un proyecto tan personal se convierta al final en un libro que lleva mi firma pero que no hubiera sido lo mismo sin la colaboración de todos ellos.
El libro está compuesto por más de 150 imágenes realizadas entre los años 2003 y 2008 en el municipio de Castro Urdiales mediante las cuales he elaborado un itinerario por la gran diversidad que ofrecen su costa, su naturaleza, sus calles y su gente.
He tratado en todo momento de aportar un punto de vista original incluso para aquellas imágenes que recogen los iconos de nuestra ciudad tan bien conocidos por todos, buscando siempre un nuevo enfoque que se apoya en la utilización de la técnica fotográfica pero sobre todo en la espera hasta conseguir la mejor de las luces, para lo que hay que tener algo que hoy en día no parece estar muy de moda, paciencia.
Pero sin duda alguna donde más he disfrutado ha sido en la búsqueda de nuevas localizaciones y lugares nunca antes fotografiados. Y es que no hay nada más gratificante para un fotógrafo que dejar volar su creatividad ante un escenario inédito en el que su libertad creadora no se ve limitada por las imágenes ya conocidas.
Como este es un libro fotográfico está hecho pensando también en los fotógrafos. En el índice fotográfico podéis encontrar además del texto que acompaña a cada una de las imágenes algunos datos técnicos tales como el día y hora de realización de la imagen, el diafragma y la velocidad de obturación y por ultimo el valor de ISO empleado en cada una de las tomas. Como el espacio en un libro es limitado, he creado un blog en el que iré contando todas esas cosas que no tuvieron cabida en él: hablar del equipo que he utilizado, contar la historia que hay detrás de cada una de las fotos o simplemente compartir con vosotros mi punto de vista, motivación e ilusión a la hora de afrontar este proyecto. Podéis acceder pinchando aquí www.UnaMiradaAzul.com
Me gustaría terminar con unas palabras extraídas del prólogo y que sirven muy bien para explicar cual es la filosofía del libro y sobre todo el significado de su título...”esta obra pretende reflejar una visión muy personal y original de Castro Urdiales. Quizá cada uno tengamos una perspectiva única de esta ciudad y la podamos expresar a través de los colores que nos sugiere. Algunos tal vez veáis a Castro Urdiales verde como su naturaleza o su bandera, dorada como el reflejo de sus piedras en la noche, gris como los nubarrones del invierno o el cemento que amenaza con devorarla o incluso roja como los colores que la visten en los triunfos deportivos, pero yo la veo azul, azul como su mar y como su cielo. Azul como mis ojos.”

Orquídeas en Mayo



Como cada año por estas fechas se que en cualquier momento recibiré una llamada telefónica de Adrián Villegas para contarme que ya ha encontrado las primeras orquídeas de la temporada.
Esta afición por las orquídeas y la botánica en general que Adrián y yo compartimos nos la inculcó nuestro profesor, el biólogo Carlos Melgosa.
Para mi las orquídeas no eran mas que un tipo de flores exóticas que uno podía encontrar en cualquier floristería, pero gracias a Carlos descubrí el fascinante mundo que se esconde detrás de las plantas y las flores.
Todavía recuerdo con cariño la alegría de los primeros descubrimientos y la búsqueda incesante de nuevas especies que te acompaña de manera obsesiva siempre que despiertas a un nuevo campo de la biología.
He elegido para ilustrar esta entrada dos de las orquídeas más bellas y a la vez más comunes de nuestro entorno: Ophrys apifera y Anacamptis pyramidalis.
Quiero dedicarles a los dos estas imágenes y pedirles que esta temporada sean mis ojos en el campo puesto que como ellos muy bien saben, esta primavera estoy ocupado en recoger “otras flores”

Ya está aquí la luz


Bueno, parece que por fin se termina el invierno. Comienzan a quedar atrás tantos y tantos días de mirar por la ventana en busca de un poco de luz con la que poder trabajar y no encontrar más que lluvia y lluvia.
Tengo que reconocer que más de una vez me he alegrado de que hiciera mal tiempo, no hay nada peor que tener trabajo pendiente en el ordenador y ver que en la calle hay una luz espectacular que tú te estás perdiendo.
Y es que en realidad hacer fotos no es más que una parte del trabajo de un fotógrafo, luego llega la otra parte, que a todas luces es menos interesante pero igual de necesaria y es además la gran desconocida por el público en general. Hay que descargar y organizar las imágenes, catalogarlas para que las búsquedas posteriores resulten más rápidas, seleccionar las que necesitas para cada uno de los proyectos en los que estas implicado, atender las peticiones de imágenes que te llegan, responder el correo electrónico o maquetar los últimos diseños. Esto por destacar sólo algunas de las tareas más habituales y cotidianas.
Todos estos aspectos tan tediosos, que poco tienen que ver con la verdadera motivación de un fotógrafo de naturaleza que aspira a estar ahí fuera todo el día haciendo fotos, se ven recompensados precisamente cuando llega la luz y puedes dedicarte de lleno a tu verdadera pasión.
Estas imágenes tomadas esta última semana de marzo nos devuelven los colores, esos azules y verdes que tanto persigo, hasta ahora ocultos por el gris y que estos primeros rayos de sol han despertado.
¡Qué nadie se quede en casa!



La Montaña Oriental Costera


No es frecuente observar imágenes como esta, una gaviota acosando a un buitre en pleno vuelo, a menos que te encuentres en la Montaña Oriental Costera (MOC). Este espacio natural de singular belleza se encuentra situado en el oriente de Cantabria y desde la mar a sus cumbres concentra en un paisaje apretado los escenarios y actores que caracterizan la Cornisa Cantábrica.
Para describirnos mejor lo que podemos encontrar en la MOC, he pensado que nadie mejor que Javi López para que nos relate como es este lugar. Javi es sin duda uno de los mejores conocedores de este espacio natural y posee una amplia trayectoria en defensa de La Naturaleza, a la que ha dedicado su vida. Os dejo con sus palabras.

“Emergiendo desde el mar Cantábrico y rodeado de las fértiles praderías del Valle de Liendo, la playa de Sonabia y el estuario del Agüera, destaca de entre estos entornos de consagrada belleza por su ímpetu orográfico y la fascinante biodiversidad que alberga.
El macizo del monte Candina es compacto y abrupto, constituyendo una verdadera isla en la que los usos tradicionales (la ganadería, el aprovechamiento de maderas y leñas, y la minería del hierro) han ido perdiendo su presencia modeladora para ser sustituidos por el excursionismo de montaña y un incipiente turismo ambiental.
Los caminos son complicados y se reducen a pequeñas sendas usadas principalmente por ovejas y cabras, y aprovechadas por los caminantes, lo que da una buena referencia de sus características. Dibujan una escueta red por la que transitar por este pequeño laberinto de hoyas y resaltes rocosos que constituye Candina, por lo que su uso requiere de cierta precaución, intuición y experiencia para que el disfrute sea pleno.
Pero una vez superadas estas barreras naturales, se abre al visitante para mostrar espectáculos naturales que bien se pueden definir como únicos.
Alberga la mayor buitrera de la cornisa cantábrica, con más de cien parejas reproductoras y una población total estimada en torno a los 350 buitres leonados. Además, parte de sus nidos se sitúan en acantilados marinos, infiriendo un singular carácter marítimo que obliga a estas especies planeadoras a desarrollar técnicas de vuelo especiales, con espectaculares maniobras aéreas cargadas de plasticidad y estética…pero no exentas de un elevado riesgo que en numerosas ocasiones acaba en dramáticas escenas.
Los inexpertos pollos del año se ven obligados a afrontar sus primeros vuelos sobre el horizonte que los vio nacer: el Cantábrico. Frecuentemente se precipitan al mar a causa de su inexperiencia, de las malas condiciones o del habitual acoso de las gaviotas. Pero los buitres flotan bien, son voluminosos, ligeros y con un largo cuello que los permite pasar un buen rato si ahogarse y, en algunas ocasiones, recalan por sus propios medios en las playas y costa. Otras son rescatados desde las embarcaciones que pudieran ser testigo del alado amerizaje.
Conviven en Candina otras muchas de las especies rupícolas propias de la montaña cantábrica: chova piquigualda y piquirroja, alimoche, cuervo, halcón peregrino, milano negro, culebrera europea, roquero solitario, acentor, tarabilla,….hasta el montano treparriscos desciende en los inviernos crudos al refugio de las cotas más bajas de sus grandes y costeras paredes.
Estos son algunos de los argumentos que avalan la actual propuesta de conservación que está siendo trabajada desde el Grupo Local SEO-Castro, cuya intención es que la MOC se integre en la Red Natura 2000 mediante su declaración como ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves), de la que Candina forma parte muy relevante”.

Javier López Orruela

Luna llena en San Juan De Gaztelugatxe


De vez en cuando aparecen en mi correo electrónico mensajes de personas a las que no conozco interesándose por diferentes aspectos de mi trabajo o de la fotografía en general. Hace unos días abrí uno remitido por Ion Ugaldebere. En su mensaje, Ion me preguntaba porque no aparecía en mi web una fotografía de San Juan de Gaztelugatxe, que él había visto colgada en una exposición que realice hace un par de años en el palacio Udetxea de Gernika, sede del Patronato de Urdaibai. Me pareció un elogio que después de tanto tiempo alguien se acordara de una de mis imágenes y teniendo en cuenta la sugerencia de Ion he decidido compartirla con todos vosotros. Pensar de nuevo en ella me ha llevado a recordar las circunstancias en las que nació esta foto.
Tenía en mente realizar una toma nocturna con luna llena de esa zona y las condiciones se dieron el 5 de diciembre de 2006. Fue una noche con muchísimo viento sur y muy calurosa, algo extraño para esas fechas. Llegué a San Juan muy temprano, sobre las 4 de la madrugada, coincidiendo con la pleamar. Mientras bajaba por la carretera pude comprobar el violento contraste entre la oscura noche y el fuerte brillo de la luna. Una vez en el aparcamiento, el intenso viento y el mal estado de la mar no aconsejaban ponerse a hacer fotos. Me recuerdo sentado en el coche con más miedo que ganas de ponerme a trabajar en aquella soledad y aquellas condiciones. Cuando reuní el ánimo suficiente para entrar en faena, una ola traída por el viento salto encima del aparcamiento y estuvo a punto de pillarme. No lo dude ni un instante, me metí de nuevo en el coche y puse pies en polvorosa. Aún recuerdo que sólo pensaba en salir de allí pitando y el miedo que pasé hasta dejar el aparcamiento atrás.
Conduje hasta Bermeo, aparqué en el puerto y me eché a dormir un rato con la esperanza de que el viento amainara cuando la marea bajara un poco. Así fue, volví más tarde y aunque el viento aún era fuerte pude tomar esta fotografía, en la que una exposición de 90 segundos y un diafragma de f/8.0 a ISO 400 me permitieron capturar la extraña combinación de luz que me aportaba la luna y el movimiento del embravecido mar.
Hacia las 8 de la mañana comenzó a amanecer, quería seguir trabajando pero el cansancio acumulado y la experiencia con estas condiciones meteorológicas me recomendaron recoger los trastos. Siguiendo el ejemplo de la luna, que se preparaba para abrazar el mar, emprendí el camino de regreso.
Antes de salir me detuve unos instantes frente a este maravilloso Cantábrico simplemente a contemplar el paisaje, desprovisto ya de cualquier intención fotográfica en uno de esos momentos que me gusta reservar para mis ojos y que hacen de este trabajo lo maravilloso que es para mí.
Como podéis ver, detrás de cada una de las fotografías hay una historia y unos sentimientos que para el que la ha realizado, y seguramente incluso para el que la contempla como es el caso de Ion, hacen que puedan llegar a ser tan especiales.

F. Sanchoyarto